sábado, 18 de mayo de 2013

Artículo 19

7/Mayo/2013
El País
Fernando Savater

Quienes contra viento y marea suponemos que las decisiones humanas son prioritariamente racionales encontramos poco apoyo para nuestro prejuicio en algunas medidas gubernamentales. Un ejemplo destacado es la prohibición y persecución internacional de ciertas drogas, cuyo resultado ha sido el aumento de su consumo, de su precio y de su adulteración, así como una multiplicación terrorífica de la delincuencia ligada a su comercio ilegal. En algunos países americanos, como Colombia y México, el crimen organizado y las rivalidades entre las bandas han llegado a amenazar la estabilidad social y política. Por cada zar de la persecución hay cien rasputinesdel tráfico, el celo de unos apoya el beneficio de los otros y todos se ganan bien la vida… salvo los miles de víctimas de este juego macabro. Pero claro, nos aseguran, los principios son lo primero y la cruzada debe continuar.
En México, la narcoviolencia se ha cobrado ya este año casi 2.700 víctimas, 237 entre el 13 y el 19 de abril (incluyendo ocho decapitaciones). Uno de los colectivos más castigados es el de los periodistas, amenazados, secuestrados y ejecutados a mansalva, sobre todo en los Estados de la federación que padecen el dudoso honor de ser campos de batalla entre narcotraficantes por su proximidad con EE UU, el principal consumidor y también patentador de la cruzada antidrogas. Quienes llevamos décadas visitando México hemos visto cómo algunas de las poblaciones más tranquilas y ordenadas —Monterrey, Guadalajara, Veracruz, Acapulco, Torreón…— se convertían en territorio de alarma permanente por culpa de este bandolerismo despiadado y brutal. Y los medios de comunicación locales que no se avienen a silenciar o minimizar esos desmanes son objetivos prioritarios del odio de los delincuentes. Lo peor es que no se trata de amenazas solamente dirigidas a los reporteros, sino contra cualquiera de los trabajadores del diario, como demuestran los secuestros de cinco de los empleados de El Siglo de Torreón, así como el tiroteo de sus guardias de seguridad. Si se “contaminan” por su vinculación al periódico, nadie está seguro: es el modus operandi habitual de los gánsteres, una generalización intimidatoria que hemos conocido en los más diversos campos (incluido el periodístico) en el País Vasco y que ahora tratan de minimizar o convertir en mérito por renuncia los matones reciclados en gobernantes.
La organización Artículo 19 México, dedicada a la promoción y defensa de la libertad de prensa en el país, también ha sido directamente amenazada por quienes a través del miedo y el crimen se consideran con derecho al señorío ilegal pero efectivo de la sociedad. El mensaje feroz que han recibido no destaca por su corrección ortográfica ni por su coherencia gramatical, aunque dado su contexto tampoco puede ser echado en saco roto: “mucha puta libertad verdad, a ver que tan verga eres cuando acabes tu y tus putitos bien puteados, ya nos tienes hasta la madre estamos viéndote y bien cerca osea no te sigas crellendo mucho que te partimos la madre son unos pendejos que tenemos ganas de chingaronos sabes quienes somos y que si lo podemos hacer”. Es fundamental que organizaciones como Artículo 19 continúen activas, pese a tener que soportar intentos de amedrentamiento que con frecuencia no se quedan en simples excrementos verbales como el antes transcrito. Y en su apoyo deben movilizarse todos los ciudadanos conscientes de que cuando una sociedad que aspira a ser democrática abandona a sus informadores y voces críticas renuncia a sí misma. Como dijo Bertrand Russell, “si no podemos evitar los demás crímenes, al menos evitemos el del silencio”. Porque romper la imposición del silencio es el comienzo de la lucha contra el resto de los crímenes.
Hace pocos días falleció Fernando Castelló, histórico defensor de la libertad de prensa. Valga esta nota como modesto homenaje a su memoria.

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